Hubo antes del Golpe de Estado en 1973 no pocas canciones que retrataron el espíritu con que la Unidad Popular encaró su objetivo de conquistar el poder y luego consolidar la «vía chilena al socialismo».
«Venceremos», «Hemos dicho basta», «El que no salta es momio», «Ni chicha ni limoná», «No nos moverán», «Los Colihues», fueron todos emblemas musicales con que las fuerzas de izquierda reforzaron durante un lustro la mística revolucionaria antes y durante el gobierno de Salvador Allende. Sus partidarios y detractores conocían de sobra estos temas difundidos radialmente y coreados con entusiasmo en las concentraciones.
Ninguno, sin embargo, alcanzó la trascendencia de «El pueblo unido jamás será vencido», la canción procreada a fines del primer semestre de 1973, pocos meses antes del Golpe cívico-militar, en la casa del compositor Sergio Ortega, en el sector de Lo Cañas, en Santiago, durante una convivencia de músicos partidarios del gobierno popular, entre ellos los miembros de Quilapayún que participaron en su gestación. Esto último ha causado con el pasar de los años una discrepancia vital acerca de si la autoría sólo pertenece a Ortega, como sostiene su familia, o también a Eduardo Carrasco, director de Quilapayún, como lo defiende él mismo.
La canción ha sido interpretada tantas veces y por tantos músicos, y entonada por multitudes en las calles de casi todo el mundo durante 50 años, que con ojos de hoy es difícil imaginar que el pueblo chileno apenas sí tuvo tiempo de conocerla antes que la Dictadura silenciara por largos años a la Nueva Canción Chilena.
Sergio Ortega, un músico extraordinario, poco conocido a nivel popular, pero cuya obra ha trascendido a través de los años.
Su paulatina conversión en un genuino himno universal ocurrió decisivamente a partir del fatídico 11 de septiembre y fuera de nuestras fronteras, sin que el pueblo chileno tuviera cabal comprensión del fenómeno y, en su gran mayoría, ni siquiera lo supiera.
Es cierto que alcanzó a ser preservado discográficamente en Chile antes del Golpe. Dos discos de larga duración lo plasmaron. Uno de ellos, del sello IRT, se titula precisamente “El pueblo unido jamás será vencido” y fue grabado apenas después del Tanquetazo del 29 de junio de 1973 en respuesta al intento golpista. Es un disco doble que incluye el discurso de Salvador Allende al término de esa nefasta jornada y temas creados por músicos adeptos a la UP que instaban a seguir resistiendo y elogiaban la valentía de la guardia presidencial.
El otro disco, del sello Dicap, se titula “Primer Festival Internacional de la Canción Popular Chile-73” y reúne temas en vivo interpretados en ese encuentro internacional que coincidió con la asonada. En ambas grabaciones el intérprete de la canción es Quilapayún.
Post Golpe, el himno fue interpretado desde sus primeras actuaciones en Francia e Italia por Quilapayún e Inti Illimani, respectivamente, quienes además en 1974, por separado, lo incluyeron en dos discos elaborados y publicados en Finlandia e Italia. No tardó mucho para que pasara a ser parte del repertorio de otros grupos de músicos chilenos exiliados. Y de tanto escucharse en muchos países se transformó en un patrimonio universal.
Poco y nada se sabe de aquel fenómeno. Pero siempre es posible saldar cuentas con la historia.
Es lo que han hecho los musicólogos chilenos Martín Farías y Eileen Karmy al crear el documental “Himno”, que relata la génesis, internacionalización y consolidación mundial de este emblema musical de los movimientos sociales.
“Himno” es parte del XIX Festival Internacional de Cine y Documental Musical In-Edit, que se realiza anualmente en nuestro país. Su estreno ocurrirá el próximo viernes 8, a las 16:30 horas, en el Centro Arte Alameda, Sala Ceina (Arturo Prat 33, Santiago Centro).
Las entradas pueden ser adquiridas en https://www.inedit.cl/himno/
Para realizar el documental, Farías y Karmy pudieron viajar a varios de los países donde el “Pueblo Unido” ha tenido interpretaciones significativas. Por ejemplo, en Finlandia conocieron al grupo Agit-Prop, que actuó en Chile en 1973 y cuya interpretación del “Pueblo Unido” fue clave para su conocimiento en Europa. En Alemania se vincularon con el coro Hans Eisler, que la canta en alemán. En Portugal compartieron con el cantautor Luis Cilia, quien la hizo suya en 1974 por considerarla apropiada para cantarla y grabarla en el marco de la Revolución de los Claveles.
Y en Japón se vincularon con el grupo Jinta-la-Mvta, que tiene varias versiones.
El cantautor portugués Luis Cilia muestra el disco en el que incluyó su versión del «Pueblo Unido».
En esta entrevista, Martín Farías explica el proceso creativo detrás del documental (duración de 70 minutos) y despeja muchas interrogantes sobre la trashumancia del “Pueblo Unido”.
-¿Cuándo y cómo surgió la idea de investigar al “Pueblo Unido”?
“La idea la teníamos desde 2015 y fue tomando forma de a poco. En ese tiempo vivíamos en Escocia y fuimos notando que mucha gente fuera de Chile conocía la canción. En Francia era habitual que se tocara en las manifestaciones y habíamos visto que existía una gran cantidad de versiones grabadas también. Se acercaba, además, el cincuentenario de la canción y creíamos importante marcar su aniversario con un documental”.
-¿Por qué el “Pueblo Unido” y no otros temas emblemáticos de la NCCh?
“Porque veíamos que era la canción más versionada fuera de Chile. Se notaba que había algo especial con esa canción. Hay varias canciones emblemáticas, pero intuíamos que no tenían la llegada que tiene ‘El Pueblo Unido’ y creo que, después de varios años de investigación, estábamos en lo cierto”.
-¿Cuándo iniciaron la investigación y por qué eligieron el formato documental y no de un libro?
“La investigación de manera oficial la iniciamos en 2020, aunque ya habíamos hecho algunos avances anteriormente y comenzado a recopilar materiales. Al comienzo la idea era poder hacer una investigación y no sabíamos necesariamente en qué formato se iba a plasmar, pero a poco andar decidimos hacer un documental para poder dar a conocer el trabajo a un público amplio y, por otro lado, para poder aunar una diversidad de materiales que ya comenzábamos a recopilar: discos, grabaciones sonoras, material audiovisual, fotos, objetos, etc”.
-¿Cómo organizaron la investigación?
-La investigación ha sido un proceso bien entretenido, interesante e intenso. Fue muy enriquecedor conversar con personas que han interpretado esta canción en distintos lugares del mundo, incluso en otros idiomas, y en movimientos sociales propios. Comenzamos también a recopilar versiones de esta canción y a formar una base de datos con todo ese material. Y bueno, aunque el documental ya está listo para mostrarse, la investigación, en realidad, no ha terminado. Seguimos trabajando y, de hecho, se va a publicar pronto un artículo académico que escribimos para una revista de Historia Social que se llama Revueltas. El documental presenta parte de la investigación. Otras historias irán saliendo por otros carriles y en otros formatos”.
-¿Cómo subsanaron la ausencia física de Sergio Ortega?
“Una de las primeras cosas que empezamos a hacer fueron gestiones para conseguir materiales de archivo de Sergio Ortega. Fue difícil porque no es una persona que haya tenido tanta figuración pública como los conjuntos y solistas de la Nueva Canción Chilena. Finalmente recopilamos materiales de diversas fuentes, algunas de los años 70 y otras más actuales. Fue fundamental el apoyo de Céline Loiseau, realizadora audiovisual y sobrina de Ortega. Ella había realizado una serie de entrevistas al compositor en 2002 que están habladas en francés. Céline nos cedió ese material y le agradecemos mucho su generosidad para poder darlo a conocer”.
-¿Qué repercusión alcanzó a tener el himno en Chile antes del Golpe?
“Tuvo una repercusión acotada pero bastante significativa. Existen algunos registros en vivo de la canción interpretada antes del Golpe que dan cuenta de eso. Lo interesante es que también encontramos que hubo repercusión en el extranjero antes del Golpe y eso es uno de los hallazgos más significativos del trabajo. En el documental van a poder ver esto con más detalle”.
-¿El estribillo «el pueblo unido jamás será vencido» es original de Sergio Ortega o fue tomado de alguna manifestación anterior, en Chile o en otro país?
“Tenemos registros de manifestaciones durante la Unidad Popular, anteriores a 1973, donde la consigna se grita. Hay algunas informaciones que circulan en internet que se la atribuyen a Jorge Eliécer Gaitán, en Colombia, pero no hay fuentes que lo sustenten”.
-¿Tienen registros de interpretaciones en vivo en los meses pre Golpe?
“Tenemos dos registros de interpretaciones en vivo antes del Golpe. Una corresponde al disco del Primer Festival Internacional de la Canción Popular, que se hizo a fines de junio de 1973, y que es, por lo que hemos investigado, la primera grabación de la que se tiene registro de esta canción. La otra es una filmación de una manifestación de agosto de 1973. Ambas interpretadas por Quilapayún, por supuesto”.
-¿Se conoce la fecha precisa de su creación?
“No tenemos fechas exactas de su creación. Los testimonios varían. Todo indica que sería entre mayo y los primeros días de junio de 1973. Los Quilapayún afirman que la primera presentación en vivo de la canción fue para una manifestación de mujeres contra la guerra civil. Rastreamos esa información y encontramos que ese evento tuvo lugar el día 12 de junio del 73”.
-¿Cómo comienza la internacionalización de este himno?
“Esto es algo que nos gustaría reservar para que lo vean en el documental”.
-¿Puedes describir fases de tiempo vividas por este himno hasta convertirse en universal?
“Creemos que hay una primera etapa que es la anterior al golpe de Estado donde la canción circula ya tanto a nivel nacional como internacional, asociada por supuesto al gobierno de la Unidad Popular, como himno de esa lucha. Luego, con el golpe de Estado viene una segunda etapa asociada con la solidaridad con Chile, pero en paralelo la canción rápidamente comienza a ser apropiada en diferentes contextos para otras causas y luchas. Más adelante, distinguimos un aumento en las versiones que se hacen, sobre todo en el extranjero, en torno a los años 83 y 84, que son, por un lado, el décimo aniversario del golpe y, por otro, el comienzo de las protestas contra la dictadura, la aparición del FPMR en Chile etc. Y una etapa más contemporánea se distingue sobre todo desde 2003, a 30 años del golpe, con la muerte de Ortega y una suerte de revival de los repertorios de la Nueva Canción”.
-¿Se puede comparar a este tema con otras canciones políticas que hayan llegado a su altura?
“En Chile no creo que exista otra canción con ese nivel de popularidad. Nuestra impresión es que ésta es la canción chilena más importante de la historia. Quizá suena muy categórico decirlo así, pero la verdad es que el arraigo que tiene a nivel mundial es increíble”.
-¿Cuántas versiones distintas han encontrado?
Hasta la fecha hemos catalogado más de 130 grabaciones realizadas por artistas diferentes y traducciones a 25 idiomas distintos. Todos los que se puedan imaginar: francés, inglés, ruso, turco, kurdo, euskera, japonés, coreano, chino, esloveno, etc”.
-¿Estas versiones hasta qué punto han respetado la versión original?
“Distinguimos tres grandes grupos de versiones: uno que buscan parecerse a la versión original del Quilapayún; otro que mantiene la forma de la canción, pero cambia el idioma y algunas cosas a nivel musical y finalmente otro que modifica mucho la canción. Estos tres grupos conviven y es difícil poner la frontera entre uno y otro”.
-¿Hay algún continente que carezca de alguna versión?
“En el continente africano no hemos dado con versiones todavía, aunque nuestro colega Javier Rodríguez (musicólogo chileno investigador de la Nueva Canción Chilena) nos está ayudando con esas averiguaciones”.
-¿Hay algún o algunos hallazgos sorprendentes?
“Hay varios hallazgos interesantes. Les dejo la invitación a ver el documental para no adelantarles más detalles”.
-¿Hay versiones que ustedes valoren por sobre el resto?
“No queremos hacer una valoración de las versiones. Nos parecen igualmente interesantes, porque hacen parte de lo que se llama una familia de versiones. Por supuesto que hay algunas a las que les tenemos algún cariño en particular por las historias que hay detrás y la gente que nos ha ayudado a encontrarlas. Destaco, por ejemplo, las versiones que se han hecho en Irán, que son varias, y donde tuvimos la ayuda del académico Afshin Irani, de la Universidad de Chile, que nos orientó respecto al contexto iraní en que surge la versión y, sobre todo, a poder traducir la letra desde el farsi”.
-En las luchas contemporáneas se le sigue coreando.
“Absolutamente, eso se aprecia mucho en el documental y lo hemos podido ver a través de videos desde diferentes lugares del mundo. De hecho, mientras rodábamos el documental comenzaron a aparecer estas versiones de la canción desde Irán, pero con el texto modificado para adscribirlo a la lucha por los derechos de las mujeres”.
-¿A 50 años de la creación de este himno, qué vigencia tiene Sergio Ortega como su autor?
“Creo que la figura de Sergio Ortega es de una enorme vigencia en la actualidad y pienso que aún es poco conocida entre el público acá en Chile. Y no sólo como autor de este himno, sino de muchas canciones populares, de obras de largo aliento como “La fragua” o el “Canto al Programa”, en donde colaboró; también en su música para el teatro y el cine, sus composiciones más ligadas a la música docta, etc. Hace muy poco, la musicóloga Silvia Herrera publicó un libro sobre Ortega, que lo recomiendo mucho, y que viene a tratar de visibilizar más su obra. Este documental es, por supuesto, un esfuerzo en esa misma dirección”.