Como es tradición en la comuna de Zapallar, específicamente en el poblado de Catapilco, este segundo domingo de Pascua, y como manda la tradición católica chilena, se desarrolló la Fiesta de Cuasimodo. Una festividad que tiene sus orígenes en la época de la colonia y que buscaba asegurar que todo fiel comulgara para la Pascua de Resurrección.
En esta oportunidad, nuevamente fueron cientos de huasos, ciclistas y personas en distintos tipos de vehículos que acompañaron el recorrido, que partió en la Hacienda de Catapilco y finalizó con una misa en el Templo Parroquial de San Luis Rey de Francia. La fiesta fue presidida por el Padre Luis Reinoso, párroco del lugar.
En la ocasión el Alcalde de Zapallar Gustavo Alessandri, quien realizó el recorrido a caballo junto a sus hijos manifestó sentirse muy feliz de poder convocar a tanta gente en esta festividad que es una tradición en el campo chileno, “hoy hemos visto como cientos de personas de todas las edades han acompañado al padre para dar la comunión a los enfermos de nuestra comuna, estoy muy contento que este tipo de fiestas se mantengan en el tiempo y con ello las tradiciones de nuestro país y de nuestra comuna».
Para Juan Bazaes uno de los que recibió la comunión el hecho de poder recibir en su casa al sacerdote y a quienes lo acompañaron fue muy reconfortante, «hace un tiempo que estoy enfermo, nunca imagine que llegarían un día a mi casa, esto me llena de alegría y me da energías para seguir luchando por mejorar mi salud».
Al final de la actividad los integrantes de la comitiva disfrutaron de un grato momento de esparcimiento donde también agradecieron la oportunidad de participar en este tipo de fiestas, dónde cada año aumentan los niños y niñas que en bicicleta o a caballo participan de Cuasimodo.
La fiesta de Cuasimodo nace en la época colonial, ya que los sacerdotes cuando llevaban las hostias consagradas para dar la comunión a los enfermos, eran asaltados por bandidos que se movían para robar los copones que eran de oro o plata, con incrustaciones de piedras preciosas. Por ello es que los habitantes de los poblados comenzaron a escoltar a los ministros para que el pan sagrado no fuera profanado y los enfermos recibieran la comunión. En señal de respeto los huasos no usaban el sombrero y se ponían pañuelos en la cabeza, debido a que escoltaban al mismo Jesús.