Una hermosa historia familiar culminó con lágrimas de felicidad luego que una familia cabildana recibiera a una nueva integrante en especiales circunstancias.
Todo comenzó en el seno del matrimonio conformado por el pastor de la Iglesia Pentecostal Filadelfia de Cabildo, Neftalí Muñoz, y su esposa, la kinesióloga Paula Aguilera, quienes esperaban la llegada de su cuarta hija en común y quinto en el caso del pastor, quien ya tiene un hijo mayor.
El embarazo no fue fácil. Algunas complicaciones en la salud de la madre la obligaron a permanecer en cama durante gran parte del embarazo, llegando incluso a ser hospitalizada durante algunas semanas en el Hospital Biprovincial Quillota Petorca.
Esta circunstancia de alto riesgo llevó a que su cesárea se programara en la Clínica Reñaca de Viña del Mar, sin embargo, el destino quiso que el parto se adelantara súbitamente la madrugada del pasado lunes 25 de septiembre, cuando Paula, de 34 años, inició su trabajo de parto rompiendo la bolsa.
“Mi mamá tenía programado su parto para las ocho de la mañana de ese día en la Clínica Reñaca y habíamos planificado levantarnos a las tres de la mañana para estar allá a las seis, pero faltando 15 minutos para las tres mi mamá rompió la bolsa, así que partimos super rápido a la clínica”, detalla la hija mayor de ambos, Antonia Muñoz Aguilera, de 16 años.
“Me armé de valor”
El viaje fue raudo en la medida que las contracciones de la madre aumentaban en intensidad y frecuencia, por lo que llegaron en poco más de una hora a la clínica con la madre ya de rodillas sobre el asiento trasero.
Sin embargo, cuando se encontraban en el estacionamiento a la espera de la camilla, la llegada del bebé se hizo inminente, impidiendo que la madre pudiera moverse.
Fue en ese momento en que Antonia debió hacerse cargo de la situación. “Como mi mamá es kinesióloga y se especializa en embarazadas, me había enseñado hartas cosas por si llegaba a tener el bebé en la casa. En ese momento le levanté la falda, la revisé y sentí el pelo de la guagüita”, relata Antonia.
“Me preparé mentalmente, me armé de valor, me arremangué el polerón mientras mi papá estaba en el asiento del copiloto y las enfermeras no podían hacer nada porque yo estaba dentro del auto. Cuando salió la cabeza la tomé del cuellito, la ayudé a salir y la envolví en una frazada. Ahí la matrona le cortó el cordón umbilical y se la llevaron para adentro”, cuenta Antonia.
Consultada sobre sus emociones en ese momento, Antonia señaló: “Igual fue súper rápido, no alcancé a pensar en nada, solo pensaba que mi mamá me necesitaba. Después de eso entré en estado de shock”.
De esa forma, a las 4 y diez de la mañana, Antonia recibió en sus brazos a su hermanita Isidora, que nació en buen estado de salud, mientras que su madre no tuvo complicaciones de gravedad.
“Fue una situación super extrema para mí, algo así nunca se olvida, menos a los 16 años, igual fue lindo recibir a mi hermana. Siento que tengo un lazo especial con ella, de hecho, cuando la tomo en brazos se tranquiliza altiro. Estoy contenta por mi hermana y por mi familia, lo bueno es que todo salió bien y las dos están sanas”, concluyó Antonia con voz serena.